Etapa 6: Praia de Rio Alto – Oporto

Lo primero que hacemos al levantarnos es ir de nuevo a la playa. Hace un día espectacular, sin una nube en el cielo y sin viento, perfecto para ir en bicicleta.
Recogemos las cosas y nos vamos a desayunar a una soleada terraza. Al hacer el pedido, no nos entendemos bien con el camarero y nos sirven cuatro platos con otras tantas tostadas por plato. Si tenemos en cuenta que Silvia no come pan, entre Helena y yo tenemos que comernos dieciséis tostadas antes de coger la bici… Lo sorprendente es que al final no quedó ni una. Eso sí, en esta ocasión tenemos que sacrificar el bollo de crema que teníamos pensado pedir.

Nos ponemos en marcha con la barriga bien llena, menos mal que la ruta de hoy es bastante llana. Vamos a ir bordeando la costa y enseguida nos damos cuenta de que los paisajes a lo largo de todo el día van a ser brutales y paramos con frecuencia para hacer fotos.

Toda la ruta de hoy pasa por muchas pasarelas de madera. En algunos tramos vemos indicaciones de prohibido bicicletas, pero en otros sí que está permitido y allá que vamos.

Poco a poco vemos como cada vez se ven olas más altas. Las playas son tremendas y con largos arenales pero casi no hay gente en ellas y así disfrutamos más de sus vistas.

Entre playa y playa, pasamos por muchos pueblecitos de pescadores con sus barcas y aparejos ubicados en las playas. Cuando se acerca la hora del almuerzo, nos llegan los aromas de los pescados puestos a asar en las brasas en las mismas calles. Ese olor pronto nos abre el apetito de nuevo.

Seguimos rodando junto a la costa, de manga corta y con mucho protector solar. Mientras tanto, nos acordamos de la familia y amigos que hemos dejado en Mallorca donde está pasando la tormenta Blas y llevan días con frío y persistentes lluvias. Esto es el mundo al revés, se supone que ellos deberían tener sol y nosotras lluvias, pero seguimos con nuestra buena fortuna y el buen tiempo nos acompaña.
Llegamos a Vila do Conde, desembocadura del río Ave, donde nos encontramos con un impresionante acueducto romano. Por lo visto, este lugar fue un importante exportador de sal en la época romana y todavía conserva construcciones de aquella etapa. En su puerto, aprovechamos para hacernos unas fotos.

La ruta de hoy nos ha llevado mayoritariamente junto a la costa a lo largo de toda la etapa y nos ha dejado preciosos paisajes en la retina.

Al llegar a Oporto buscamos un Decathlon para comprar los tan deseados cartuchos de gas y, una vez más, no los encontramos. Teníamos que haber parado unos ocho kilómetros antes, en el centro comercial de Matosinhos, ya que allí sí que había recambios pero, por un error mío, nos lo pasamos de largo. Estaba claro que unas fuerzas oscuras nos estaban impidiendo estrenar nuestros hornillos de viaje.
De cualquier modo, esa noche no los íbamos a necesitar porque nos quedamos hospedadas en el Residencial Cristo Rei (www.residencialcristorei.net), un modesto hostal céntrico y limpio. Nos llamó la atención el aspecto del señor que nos ayudó a guardar las bicicletas, parecía salido de una serie de los noventa. Muy amablemente nos abrió una puerta en la calle que daba a una estrecha escalera donde, entre enredaderas y tablones de madera, nuestras bicis durmieron esa noche.

Nos duchamos y nos vamos a cenar a Maria Rita, famoso restaurante donde se precian de ofrecer el Melhor Bacalahu do Porto. No sabemos si es el mejor pero sí que estaba muy rico y, junto con lomo y queso de aperitivo, y tarta de naranja y cheesecake de maracuyá de postre, hicieron las delicias de nuestros paladares. Sentimos mucho el acudir a un sitio así en chándal pero, como ya os podéis imaginar, no llevamos otro tipo de ropa en el equipaje.

Esa noche dormimos muy calentitas en el Residencial Cristo Rei.