Etapa 10: Figueira da Foz – Nazaré

El día amanece radiante en el camping, pero la capa exterior de la tienda de campaña está completamente empapada por lo que la tiendo al sol mientras nos vamos a desayunar dando un paseo. Pronto encontramos la cafetería Dolce Sonho donde nos atienden con mucha amabilidad y hacemos el desayuno portugués al que estamos acostumbradas. Menos mal que con la bici, lo vamos a quemar.

Comenzamos a rodar y, aunque todavía atravesamos muchas zonas de eucaliptos, notamos un cambio en el paisaje y los pinares van apareciendo cada vez con más frecuencia. No hace nada de viento ni de frío y hoy podemos ir todo el día en manga corta.
En un momento alcanzamos la Eurovelo 1 lo que nos facilita el rodar más rápido ya que hay un carril bici muy bien acondicionado y el terreno en prácticamente llano. Hoy va a ser un día de comer y comer kilómetros.
La nota triste del recorrido viene marcada por la cantidad de pinos quemados que se ven a nuestro alrededor a lo largo de prácticamente todo el tramo de Eurovelo que hacemos, trayéndonos a la memoria los tremendos incendios que asolaron Portugal en el verano de 2017 y que, además del desastre ecológico que causó y que todavía se puede ver, se cobró muchas vidas humanas.

Llegamos a Lagoa da Ervedeira y aprovechamos para parar un rato a comer algo y hacer unas fotos. El sitio está muy cuidado y se ve que están realizando un buen trabajo de rehabilitación tras los incendios que asolaron la zonas. Bajamos hasta el agua a través de unas bonitas pasarelas de madera que no desentonan en nada con el paisaje.

Pronto llegamos de nuevo a la costa y paramos a hacer un café en una bonita terraza de Praia Vieira, un pequeño pueblo de pescadores. Aquí descubrimos los puestos donde se vende el típico pescado seco de la zona, tradición que también veremos más adelante en Nazaré.

Estamos entrando en zona de olas y surf, la fuerza del océano es sobrecogedora.

En Sâo Pedro de Moel paramos en el faro donde conocemos a Luis, un simpático lugareño que nos da buenos consejos sobre lo que no tenemos que dejar de visitar en la zona. Como siempre, la amabilidad de la gente no tiene límites en este país.

Volvemos a ponernos en marcha parando con frecuencia a disfrutar de las vistas. En Paredes Velhas, encontramos esta larguísima playa. No solemos ver gente paseando o bañándose en las playas pero, con estas olas tan bravas, tampoco yo me atrevería a meterme al agua.

Antes de llegar a Nazaré, pasamos junto a un bosque de pinos donde nos sorprende ver unos recipientes colocados en los troncos de los pinos, que se utilizan para recoger la resina. Este es un antiguo método de recolecta que está volviendo a usarse en la actualidad y consiste en hacer una especie de herida en el troco del pino por donde sangrará la resina que se recoge en un pequeño cubo que previamente se ha adherido al árbol.

Cuando llegamos a Nazaré nos dirigimos al camping Orbitur Valado que se encuentra en lo alto de una colina por lo que, prácticamente en los últimos kilómetros, ganamos casi todo el desnivel de la etapa. Llegamos agotadas.
En la zona de entrada conocimos a una pareja de franceses que habían salido de su casa dos meses antes con la intención de estar dos años recorriendo España, Grecia e Italia en bicicleta, antes de regresar a su país. Él llevaba un remolque anclado a su bici donde viaja con ellos su mascota, una tranquila perra husky.
Volvemos a alojarnos en un Orbitur, una cadena de campings que se pueden encontrar a lo largo de todo Portugal. La ventaja de ir a ellos es que sabes lo que te vas a encontrar al tener el servicio muy estandarizado. Esa noche, Helena vuelve a alquilar un boogie por lo que, después de darnos un paseo hasta el Continente más cercano para hacer la compra (la vuelta la hicimos en taxi, ya estábamos cansadas de tanta cuesta), cenamos con ella antes de irnos, Silvia y yo, a dormir a nuestras tiendas.