De Nazaré a Peniche, seguimos por el paraíso del surf.
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De Nazaré a Peniche, seguimos por el paraíso del surf.
Amanece con algo de niebla en el camping y, aprovechando que Silvia se trajo una cafetera en el equipaje, nos quedamos a desayunar en el boogie de Helena.
Enseguida sale el sol y bajamos a la playa de Nazaré para ver si podemos ver su famosa “big wave”. Cuál es nuestra sorpresa cuando, al llegar a la orilla, nos damos cuenta de que nos hemos equivocado de camino y la gran ola queda al otro lado de Nazaré, a donde tendríamos que subir unas grandes cuestas si quisiéramos llegar. Como llevamos varias etapas de mucha paliza para las piernas y en vista de que hoy va a ser más de lo mismo, unánimemente decidimos dejar la ola para verla los documentales de YouTube.
En la playa nos encontramos con una muestra de barcos muy bonitos. El paseo está muy animado y enseguida nos llama la atención el atuendo de las señoras mayores, típico de la zona.
También aquí, como ayer en Praia Vieira, encontramos los puestos de pescado seco.
Esta costumbre viene de antaño, cuando se secaba el pescado para poder conservarlo más tiempo sin que se estropeara. Tras abrirse y limpiarse, colocan los pescados sobre unas rejillas donde se secan al sol estando a la vez bien aireados. El resultado se puede comer desmigado o cocido en guiso con patatas y verduras.
Para salir de Nazaré solo queda la opción de subir pues el pueblo está atrapado entre colinas. A poco de alejarnos de allí, nos encontramos con una bonita y pequeña ermita que nos viene que ni pintada al haberse construido en honor a Nuestra Señora del Buen Viaje. Nos paramos a hacer unas fotos.
Seguimos notando cambios en el paisaje, ahora metiéndonos por zonas más rurales con grandes cultivos de hortalizas y verduras.
En uno de los muchos acantilados por los que pasamos, nos encontramos a una pareja haciendo parapente y aprovechamos para grabarles en vídeo. El lugar, con estas vistas, no puede ser mejor para practicar esta actividad.
Llegamos a una estrecha entrada del océano que ha formado una casi cerrada bahía semicircular donde paramos a hacer un café en Sâo Martinho do Porto. Una pena que en la foto no consigo transmitir la belleza del lugar, pero merece la pena visitarlo.
Ese día nos notamos bastante cansadas y todavía nos queda por delante lo peor. Cuando llegamos a Foz do Arelho, nos encontramos con una inmensa laguna a la que hay que bordear a lo largo de varios kilómetros para llegar hasta la Praia Bom Sucesso, al otro lado de la entrada de la laguna, y que rápidamente vemos que es un continuo sube-baja. La zona es muy bonita, con muchos pinares, pequeñas playas y casitas de veraneo. También nos llama la atención las grandes extensiones de cultivo de viñas bebé que suponemos que luego se utilizarán para injertos.
Por fin entramos en Peniche donde nos reciben infinidad de surferos cargando con sus tablas por todas partes. Hoy dormimos en la Residencia Aviz, un modesto hostal con la habitación muy limpia y amplia. Hoy nuestras bicis duermen junto a nosotras.
Por recomendación del encargado del hostal, nos vamos a cenar a un pequeño restaurante familiar que nos queda cerca, el S. Pedro. Todos los platos que nos sirven están espectaculares y el trato de la familia de Joaquim nos hace sentir como en casa. No podemos dejar de hacernos una foto con ellos.
De vuelta al hostal, caminamos por los alrededores con la intención de bajar un poco la copiosa cena pero el paseo no va a ser suficientemente largo y paso una mala noche.