Llegamos a Lisboa, lugar de despedidas.
[lwptoc]
Llegamos a Lisboa, lugar de despedidas.
Tras la tormenta llega la calma y esa mañana rodamos las tres juntas los 38 kilómetros que nos separan de nuestro destino. La etapa no tiene apenas desnivel y disfrutamos de un precioso día en gran armonía.
Recorremos un carril bici que nos acerca al núcleo urbano. Antes de llegar, paramos en la Boca do Inferno.
Ya en Cascais y Estoril, comenzamos a ver sus señoriales palacetes que se reparten por todo el municipio.
El paisaje ya nada tiene que ver con lo que hemos estado viendo las dos últimas semanas, volvemos a la gran ciudad.
Hacemos la parada obligatoria del café y, por fin, encontramos leche de avena en una soleada terraza.
Al llegar a la Torre de Belém, muy emocionadas por todo lo que hemos vivido hasta este momento, volvemos a sufrir la experiencia de una mala foto de grupo… Lo que tenía que haber sido un buen recuerdo, se queda en otra anécdota para reírnos un rato.
Afortunadamente, conseguimos retratar este precioso monumento junto a nuestras bicis, desde otra perspectiva.
Muy cerca de allí se encuentra el imponente Monumento a los Descubrimientos que no dejamos de visitar.
Y sin siquiera parar en el hostal a cambiarnos, hacemos la primera visita a la famosa y bonita pastelería “Pastéis de Belém” donde Silvia y Helena prueban por primera vez este delicioso dulce que las deja encantadas.
Nos alojamos en el cercano “Terrace Lisbon Hotel”, un pequeño hostal muy agradable donde aprovechamos para poner una lavadora, ducharnos y prepararnos para darnos un paseo.
Antes de cenar, le damos un poco de trabajo a un camarero muy simpático que nos da a probar hasta tres vinos diferentes antes de elegir el que más nos gusta. ¡Y es que la ocasión bien merece un buen vino!
Cenamos en un pequeño restaurante japonés que encontramos por la zona y, antes de volver al hostal, repetimos experiencia en “Pastéis de Belém” donde nos tomamos un chocolate caliente acompañado del rico pastel de nata. Podríamos tomar otros 5 más, pero nos obligamos a levantarnos de la mesa antes de que sea demasiado tarde.
En el hostal preparo mis cosas con la intención de dejar todo listo para hacer el menor ruido posible a la mañana siguiente ya que tengo la intención de tomar el primer barco que sale hacia Trafaria a las siete. Nos despedimos deseándonos buen viaje y nos vamos a dormir.
Ha llegado el final de la primera parte de esta aventura y me siento muy afortunada de haber tenido la oportunidad de vivir algo así con mis amigas a las que les estoy profundamente agradecida porque, sin pensárselo dos veces, decidieron en su día acompañarme y así llegar las tres juntas hasta aquí. Sin duda, estas dos últimas semanas quedarán en lo más profundo de mi corazón. Ahora es momento de continuar en solitario y seguir disfrutando de este hermoso país.