El Algarve en su máxima expresión.
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El Algarve en su máxima expresión.
Me despierto a las 6 de la mañana y veo que, afortunadamente, a pesar de haber estado toda la noche lloviendo sin parar, en la tienda no ha entrado ni una gota de agua, pero tan solo unos minutos después cuando me dispongo a prepararme el desayuno, las previsiones de la noche anterior se cumplen y la lluvia y el viento arrecian hasta tal punto que, palpando el suelo de la tienda, me doy cuenta de que estoy literalmente flotando sobre el agua que corre por debajo de mí. En ese mismo momento, el viento levanta una de las esquinas de la tienda y decido sacar todas mis cosas para ponerlas a salvo antes de que se me moje todo. Así, meto como puedo todo en las bolsas y voy sacando saco, esterilla, equipaje, etc. hasta dejarlos en el baño más cercano. Cuando tengo todas las cosas bajo techo, arranco las pocas piquetas que quedaban cavadas en el suelo y traslado la tienda sin desmontar hasta ponerla en un sitio seguro.
Desmonto la tienda y, aunque está completamente empapada, la guardo y monto el equipaje. Hoy la bici me pesará unos cuantos kilos más…
Salgo del camping sin desayunar con la única misión de encontrar un sitio donde tomarme un buen café. Afortunadamente, el sol sale y el camino hasta Aljezur es muy bonito. Hay algunos tramos ideales para hacer sin equipaje y disfrutar de las empinadas y pedregosas bajadas hasta la ciudad pero ahora tengo que hacerlo con cuidado calculando bien las trazadas para no meterme en un lío y evitar caerme.
Tras un ligero desayuno, subo las empinadas calles hasta el castillo y comienzo a recorrer unos bonitos caminos que están llenos de charcos por toda el agua que ha caído la noche anterior.
Antes de llegar a Carrapateira, recorro alrededor de 20 solitarios kilómetros con unas vistas preciosas que me hacen disfrutar y centrarme en vivir ese momento.
Cuando llego a Carrapateira, en vez de continuar por la Eurovelo, me desvío hasta la costa pero de camino, me encuentro con un fuerte viento en contra que me hace bastante difícil avanzar.
Por fin llego a la costa y descubro a mi derecha la Praia da Bordiera con el mar a la merced del viento.
A partir de ahí, la ruta transcurre por un acantilado tras otro, cada uno más bonito que el anterior.
Recorro unos kilómetros de costa que reflejan las típicas imágenes que tengo en la mente sobre la costa de Algarve y que tantas veces he visto en Internet antes de llegar hasta aquí. La realidad no decepciona.
Hoy quiero llegar cuanto antes al camping que hay a la entrada de Sagres y alquilar un bungalow para así poder poner la tienda y el saco a secar y toda la ropa en una lavadora. Por este motivo, tras dejar la costa, me dirijo directamente a Vila do Bispo donde paro en un Aldi a comprar la cena y sigo por la nacional hasta el Camping Orbitur (www.orbitur.pt) donde llego con tiempo suficiente de organizarme bien para poder dejar todo a punto para el día siguiente. En el bungalow tengo de todo: una soleada terraza, una cocina con un pequeño comedor, una habitación doble y un baño (¡con ducha de hidromasaje!). Esto, después de tantos días de dormir en el suelo, para mí es poco menos que lujo asiático.
Mañana es un día señalado en mi viaje pues llego al Cabo de San Vicente situado en la esquina sur de Portugal y, a partir de ahí, hago un cambio dirección en mi ruta pasando de ir de norte a sur, lo que llevo haciendo desde que salí de Santiago hace casi un mes, a ir de oeste a este. Poco a poco, voy cumpliendo mi sueño.