Etapa 26: El Rocío – Sevilla

A las 7:30 de la mañana, todavía de noche, dejo el camping y me dirijo al pueblo con la intención de encontrar un sitio donde poder desayunar algo caliente. Ayer aprendí la lección y hoy he salido con los guantes largos porque continúa haciendo mucho frío a primera hora del día.
Encuentro un bar en el mismo sitio que sirve de punto de encuentro para los turistas que quieren visitar el Parque de Doñana por lo que la zona está llena de gente que, aprovechando los días festivos, ha venido a conocer el parque. Me tomo un café con leche y comienzo la ruta, todavía con escasa luz en el horizonte.
Salgo del Rocío desviándome por la carretera conocida como “de la fresa” y enseguida entiendo el por qué. Aun perteneciendo los terrenos colindantes al Parque Natural, se ven inmensos invernaderos donde se cultiva esta deliciosa fruta.

A lo largo de 18 km, ruedo por esta solitaria, recta y llana vía donde veo amanecer.

Cuando veo el cartel que me anuncia que estoy entrando en la provincia de Sevilla, un cúmulo de emociones se agolpa en mi corazón. No me puedo creer que el final de mi viaje esté tan cerca.

Pasado Villamanrique de la Condesa, primer pueblo de la provincia de Sevilla que encuentro a mi paso, dejo el asfalto y me adentro en un precioso tramo rodando por pistas donde me cruzo con muchos ciclistas locales.

A través del “Camino de los isleños” recorro unos preciosos y extensos pinares que terminan en una pista forestal asfaltada en la que puedes optar por seguir rodando por tierra si tomas, a la izquierda, el pequeño camino que va paralelo a la pista.

En Coria del Río cojo el último barco de mi viaje, para cruzar a la otra orilla del río Guadalquivir.

A partir de aquí voy atravesando muchos caminos de riego y una plantación de naranjas donde estaban recolectando las frutas. Me paré a hacer fotos y vídeos y unos amables trabajadores, me regalaron unas naranjas que me supieron a gloria.

Tomé el Corredor Verde Metropolitano, un camino acondicionado que discurre por la margen izquierda del río Guadaira y que me dejaría prácticamente a la entrada de Sevilla pero desafortunadamente, llegué a un punto donde me lo encontré cortado por obras y me vi obligada a salir por el polígono industrial hacia Fuente del Rey por una carretera muy concurrida y con muchos camiones.
Por fin entré en Sevilla donde cogí el carril bici que me llevó, no sin antes parar en innumerables semáforos, hasta el punto final de mi viaje, La Torre del Oro. Ahora sí que había cumplido con mi objetivo y había llegado al centro de esta bonita ciudad que me recibió con un sol resplandeciente y la alegría típica de sus calles.

¡Hasta la Giralda parecía querer darme la bienvenida con el alegre repicar de sus campanas!

He cumplido mi misión. Tras 26 días y más de 1600 km desde que salí de Santiago de Compostela, he llegando a Sevilla después de atravesar Portugal de norte a sur. Ya solo me queda ir a la oficina de Correos donde empaquetar la bici junto con las bolsas del equipaje para enviarlo todo de vuelta a Mallorca.

Me queda un precioso álbum de recuerdos de una experiencia que ha llenado parte de mi vida y que nunca dejaré de recomendar hacer a cualquiera que sea amante de los viajes y de las bicicletas.
Muchas gracias por haber seguido esta aventura y, si te ha gustado este diario de viaje o crees que hay alguien a quien le pueda interesar, te pido por favor que no dejes de compartirlo. Eso me ayudará a seguir construyendo ilusiones.
¡Nos vemos en la próxima!