Llegamos a Cascais y la calma vuelve a los caminos.
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Llegamos a Cascais y la calma vuelve a los caminos.
Sin duda ha llegado el día de los enfados y malentendidos entre nosotras y es que estas cosas son de lo más normal cuando hay una convivencia tan estrecha durante tantos días seguidos. Afortunadamente, no hay nada que no se arregle con una buena charla de reconciliación.
Al poco de salir de Ericeira, la costa volvió a regalarnos unos preciosos paisajes como el de la Playa de la Desembocadura del Lizandro.
Lamentablemente y a pesar de estas bonitas vistas, volvimos a comenzar el día como lo terminamos ayer, con mucho tráfico y continuas situaciones peligrosas en la que nos veíamos con altas posibilidades de sufrir un accidente y que duró un largo tramo de la etapa. Entre el cansancio acumulado y el estrés que nos producía esta situación, los nervios iban saliendo a flor de piel.
Con este panorama, no nos quedaban muchas ganas de parar a hacer fotos pues queríamos salir de allí cuanto antes pero, aun así, parecía que la costa quería compensarnos con sitios maravillosos como la de Praia Magoito situada en un profundo valle.
Durante muchos kilómetros, a la izquierda, veíamos a lo lejos la silueta del curioso castillo de Sintra, con sus torreones y particulares colores que tuve la fortuna de visitar hace ahora dos años, en un viaje con los compañeros de trabajo.
Pasamos por Azenhas do Mar, un pintoresco pueblo blanco construido sobre el acantilado, cuyas casas caen hasta la misma orilla del mar donde hay unas piscinas naturales de agua salada que solo se ven con la marea baja.
Ya hemos dejado atrás la estresante carretera y ahora, a través de unas sinuosas curvas que nos recuerdan a algún tramo de la Sierra de la Tramuntana de Mallorca, podemos disfrutar del bonito Parque Natural de Sintra-Cascais.
Un poco antes de llegar a la Praia de Guincho, un cartel nos da la bienvenida al área de Cascais y Estoril.
Ya estamos muy cerca de Lisboa donde mañana finaliza la primera parte de este maravilloso viaje, con Helena volviéndose a casa tras 14 días recorriendo el norte de Portugal y parte de Galicia.
Cerca de la Praia de Guincho localizamos un camping Orbitur donde establecemos el campamento.
A la hora de la cena en el boogie de Helena y tras hablar de lo sucedido entre nosotras, resolvemos malentendidos y limamos asperezas. Aun así, llega el momento de tomar decisiones y quedamos en que, tras nuestro último día juntas en Lisboa, Silvia y yo nos separaremos para realizar el resto del viaje cada una a nuestro ritmo.
Mañana la etapa será corta pues tan solo estamos a unos treinta kilómetros de la Torre de Belem, donde pararemos a pasar nuestra próxima noche.