Vuelven a aparecer los problemas técnicos.
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Vuelven a aparecer los problemas técnicos.
Aprovechando el canto de los mirlos cuando todavía no eran las 5 de la mañana, me levanté con la intención de desayunar y recoger todo para salir temprano y evitar así las horas de más calor encima de la bicicleta.
Me despedí de Zuljama y sus bonitas vistas y emprendí el camino. No había recorrido ni medio kilómetro cuando los problemas aparecieron de nuevo. Al igual que 2 días atrás, la maneta de los cambios volvía a fallar. Pensé que ya no podía ser cuestión de la batería pues había sido reemplazada por una nueva hacía menos de 48 horas, pero sí, al revisarlo bien me di cuenta de que tenía que cambiar la pila. Afortunadamente llevaba repuesto y también tenía la moneda que me había regalado Antonio de Omega Bikes en Dubrovnik y pude, más que solucionar, parchear el problema. Me quedé con una gran preocupación pues tenía la incertidumbre de si me volvería a ocurrir lo mismo más adelante, pero llevaba otra pila más en la bolsa para poder cambiarla en caso de ser necesario hacerlo una vez más. Esperaba que no fuese así, pero nunca se sabe.
Con esta pequeña nube en la cabeza me adentré por una preciosa carretera costera que rápidamente comenzó a empinarse y fue todo un reto llegar hasta la entrada del túnel Dingac a través del cual cruzaría la montaña hacia el otro lado del istmo.
El estrecho túnel me maravilló. No había tráfico y atravesarlo parecía llevarte a otra dimensión.
Pasado el túnel, el paisaje de costa se tornó en extensos viñedos y pequeñas poblaciones que fui recorriendo mientras el calor volvía a hacer presencia. Me tentaba pararme en cada sombra a descansar un poco, pero tenía que llegar a Trpnaj donde tomaría un ferry que me cruzaría a Ploce y no podía entretenerme mucho o, si no, corría el riesgo de perderlo.
Después de una larga bajada hasta el mar, llegué a Trpnaj con tiempo suficiente de visitar los alrededores y tomar un café antes de embarcar.
El trayecto en Ferry no fue muy largo, duró alrededor de una hora. Desembarqué en Ploce con la idea de buscar un sitio donde comprar más pilas, pues ya iba con la mosca detrás de la oreja y no quería correr riesgos. Finalmente, no encontré ningún sitio abierto así que continué mi camino hasta llegar a Podgora, una pequeña y bonita localidad donde decidí pasar la noche.
Una vez que ya había montado el campamento me di un paseo por los alrededores y fue cuando descubría que detrás del muro que había junto a mi tienda, había un cementerio. Sin duda había elegido el lugar más tranquilo posible para mi descanso.
2 comentarios. Dejar nuevo
La foto de Zvijezda Mora me ha impactado. Parece un lago 🙂
Es un bonito lugar. La figura que ves, The Star of the Sea, es una estatua de la Virgen María, regalo de la familia Waigner en 1938 como homenaje a la fiesta del 15 de agosto.